A finales de mayo del año pasado (2010) hice una pequeña escapada a Hida Takayama y Shirakawa. De este último ya hablé en un post ya que es un sitio que me encantó y al que me gustaría volver en invierno. Sin embargo, el viaje fue más completo y también pase una noche más un día y medio en Hida Takayama, famoso, entre otras cosas, por la excelencia de su carne. En esta localidad visité bastantes lugares: templos, unas casas antiguas, mercados tradicionales, un parque al estilo de Shirakawa, pero uno de los sitios a los que fui es muy poco conocido y, de hecho, no me encontré con ningún turista y el acceso no era tan fácil. Entonces ¿por qué lo visité? Creo que muchos de vosotros ya sabéis lo que me gusta el té y lo que disfruto con él, no sólo con la bebida en sí sino con toda la estética que rodea la ceremonia del té. Por eso, cuando me enteré que en la ciudad de Takayama había un museo dedicado a la ceremonia del té, planifiqué el día para poder conocerlo.
Desde la ciudad de Hida Takayama hay un autobús que recorre los principales puntos turísticos en dos direcciones. Primero cogí uno para ver el parque de casas antiguas llamado Hida no Sato, que realmente si vais a ver Shirakawa no merece la pena. Controlando los tiempo, porque la frecuencia de autobuses no era mucha, volví al autobús para acercarme hasta este Museo cuyo nombre es Cha no yu no mori (que podríamos traducir como ‘El bosque de la ceremonia del té’). El autobús iba casi vacío y fui la única persona que se bajó en la parada del museo. De hecho, al llegar allí, lo vi tan vacío que pensé que estaba cerrado pero lo que pasaba es que yo era la única visitante del lugar y no me encontré con ningún otro turista en todo el tiempo que estuve allí.
Una de las primeras cosas que me sorprendió fue el precio, la verdad es que no era nada económico. La entrada al Museo cuesta 1000 yenes y si además se quiere disfrutar de degustación de matcha acompañado de un dulce japonés (sin llegar a ser ceremonia del té) la cosa se pone en 1800 yenes. Sin embargo, a mí me mereció la pena y tengo que confesar que me encantó. De todos modos, si no os interesa la ceremonia del té, entiendo que es una visita claramente prescindible.
El Museo consta de dos edificios, uno más moderno que otro pero ambos respetan, más o menos, la arquitectura tradicional japonesa. Entre ellos, un jardín de marcado estilo nipón con su jardín zen, lámparas de piedra, pinos recortados, etc. Uno de los edificios está destinado a ceremonias del té, hay desde pequeñas habitaciones hasta salones mucho más grandes para reuniones de más dimensiones. El otro edificio es la sala de exposiciones. Tiene dos pisos en los cuales se exhiben no sólo tazones de té sino todo tipo de instrumentos para la ceremonia del té así como complementos y hasta pinturas y biombos. Tengo que confesar que me fascinó, algunos de los tazones me parecieron preciosos y no me cansaba de verlos. Son verdaderas obras de arte y como tales son considerados en Japón. Hay verdaderos maestros en el arte de fabricar estas piezas que son reconocidos en Japón como “tesoro nacional”.
Con la entrada que adquirí, como os decía, se tiene derecho a un matcha con dulce y a la visita del Museo. En primer lugar, me condujeron a una de las salas de té y me dijeron que me ponía un tazón especial un poco más femenino, je, je. Y lo completaron con un dulce que estaba realmente muy bueno. Después, antes de entrar en el edificio principal, paseé un rato por los jardines. El problema del museo es que estaba prohibido hacer fotos, pero ya que había llegado hasta allí y me había gastado una pasta, decidí hacer algunas a escondidas. Como estaba sola, fue bastante fácil aunque un poco de culpabilidad mezclada con nerviosismo me asaltaron.
Os dejo la página Web del museo por si alguien se anima y una galería de fotos que incluye las “fotos prohibidas” (ya sabes que si pincháis en las fotos, podéis verlas en grande).
Muchas gracias a todos y espero vuestros comentarios